sábado, 18 de abril de 2015

«Analizando el origen divino, según los griegos: Caos, ¿un caldillo cósmico en desorden?» Ensayo.

(Curso el segundo cuatrimestre en la carrera de Ciencias de la Comunicación y como examen final de la Materia《Análisis de la Información》me ha tocado escribir un ensayo. Con ganas de compartirlo, aquí lo traigo)

«Antes que todas las cosas fue Caos…» Hesíodo, TEOGONÍA.
Como en todo lo que respecta a mitología, existen varias versiones sobre el origen del universo, pero la “Teogonía” de Hesíodo, escritor del siglo VII a.C. se distingue de entre otras. Un tema que en lo particular me ha obsesionado desde el año pasado.

La palabra procede del griego antiguo Χάος, “espacio que se abre” o “hendidura”. Según Hesíodo, todo empezó con el primer ser o ente que existió: Caos, en este contexto, y opuesto a la creencia popular que alude al concepto, no resulta equivalente al desorden, se le describe como ser hueco, vacío, previo a todo. Luego menciona otras divinidades elementales no engendradas por él, como Gea (Tierra) y Eros (Amor).


Caos es —si me lo preguntan— la caótica combinación de todas las cosas, un conjunto de existentes y no existentes, visibles e imperceptibles,  un todo errante y desordenado, un estado anterior al universo, cuando este carecía de orden. El principio, un inmenso vacío. Un conglomerado indescriptible. En un estático espacio, rodeado de silencio, incapaz de extinguirse. Dentro, no existía vida —porque no podías distinguirla—. «Nada de nada.» A decir verdad, las diversas acepciones indican muy poco e invitan a la imaginación.

«Solo existe el silencio. Solo el vacío rodea todo. (…) No sé. Solo existe el vacío.» Edwin Rodríguez Condori.

Apoyando la teoría griega, existen otras menciones, que presentan ciertas diferencias, por ejemplo: La tradición Órfica nos narra un “Huevo Primordial” parecido al Caos de Hesíodo, la diferencia es que este huevo no es lo primero que surge, sino resulta una creación de Chronos —el tiempo—. Cayo Tulio Higino en el Prólogo de “Fabulas” narra una cosmogonía donde Caos es un descendiente de la oscuridad, y junto a esta, conciben la Noche, el Día, Erebo y Éter. Ovidio, en su obra «La Metarformosis» describió al Caos como un “rudis indistaque moles”, es decir, una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informa y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos.

En el siglo V a. C. se lo identificó con el aire, adquiriendo el sentido de «confusión elemental», con Ovidio. Esto puede justificarse. Puesto que una importante tradición filológica considera al Caos la hendidura o resquicio entre el cielo y la tierra, apoyándose en el propio Hesíodo, quien relata en la «Titanomaquia» que Zeus, al lanzarle un rayo a los Titanes (hijos de Urano y Gea), hace estremecer a Caos. Aunado a ello, ciertas interpretaciones de la obra y la Teogonía misma traducen al Caos, como “surgió el resquicio entre la tierra y el cielo”. Si bien se insinúa que esto podría ser un estadio posterior a la cosmogonía, o un derivado de Urano y Gea —oponiéndose a lo que en la Teogonía intenta decir—, se ha especulado que Hesíodo, en realidad, quiso decir que al principio había un todo informe, que el cielo y la tierra conformaban una masa abultada donde no se podía distinguir las cosas —un todo en desorden—. Posteriormente, se separaron y se pudieron distinguir el cielo y la tierra, dando como resultado el nacimiento de Urano y Gea (cielo y tierra, en lo respectivo).

Una variante bastante interesante la da Olof Gigon, quien indica que Hesíodo se inspira en la imagen del cosmos —el universo— como una cavidad formada por el cielo y la tierra, comprimidos —haciendo símil o metáfora— para llegar al concepto de Caos. Lo define como “un indeterminado”, ápeiron, “lo indeterminado” de Anaximandro. Cabe mencionar que la palabra, en la gramática, es neutra. Bien pues, para Gigon, esta divinidad cosmogónica de semejante magnitud, esconde en su profundidad un amplio concepto filosófico de un principio anterior a todo.

Por el mero gusto de hacer una comparación —y sin ganas o intención de denigrar—, para el pensamiento bíblico no existe un caos inicial sino Dios, implicando que todo lo demás no existía hasta que Dios se sintió con ganas de crear. Un mundo creado de la nada, es más adaptado a la creencia judea-cristiana, relatado en la Biblia, el libro “Génesis” —palabra de dios—: «En el principio, Dios creó el cielo y la Tierra». Esto dio origen al concepto de “nada”. En la actualidad, es común llamarle “nada” a un inmenso e interminable espacio inabarcable, repleto de materia y oscuridad en estado inerte y desorganizado o un espacio blanco y ausente de vida —lo cual resulta una falacia si me lo preguntan—. Para la ciencia es difícil definir la nada, aunque para la filosofía, hoy en día es simple: la ausencia de algo. «Ausencia de algo, ausencia de todo o ausencia de Nada.» Esto se respalda con la creación cristiana del Génesis, suponiendo a la nada la negación del ser y el Dios mismo.

Pero, hablando con rectitud, el Caos no puede ser definido como una “nada” puesto que los griegos no concebían la generación espontánea. Nunca se les ocurrió pensar en un universo devenido de una nada inicial. Para ellos, desde el principio “algo estuvo”, algo difuso, sin forma, caótico. En la Antigua Grecia se hablaba del origen del universo, la vida, las cosas, más no de la creación en su sentido propio. No es una creación, es una transformación —pienso en la energía que “no se crea ni se destruye, solo se transforma”—. La existencia primigenia mutó, fue una metamorfosis que produjo las divinidades primordiales, quienes a su vez, iniciaron la vida en la tierra.

Con el paso de los siglos, a Caos se le ha conocido como el primer dios, el ancestro más antiguo del universo mismo, la primera forma de vida conocida —a veces siendo comprado con el Dios cristiano, aunque  a Caos nunca se le dio forma física o género—. Paradójicamente, en la biblia somos seres sagrados, creados por Dios, cuando en la creencia griega, somos seres divinos, descendientes de los dioses.

Reitero, Caos es un conjunto de cosas que no son cosas dado a que no se aprecian formas identificables ni bordes. Caos guarda parecido a un cuerpo amorfo e inconmensurable, un estado desbordante de materia indecible, indescriptible e indistinguible. Decirle vacío o nada es inválido. La nada o el vacío ya es “algo”. Caos es el preexistente. El principio primordial al universo. La nada nunca existió. Siempre ha habido ese gran hueco informe, impreciso. Quizás esto se deba a que el pensamiento griego ha contemplado que el mundo, el humano, la sociedad siempre ha portado algo de caótico y desordenado, por lo tanto, proyectaron en su visión del origen del mundo su pensamiento, comprendiendo la naturaleza del hombre como un caos inmenso. De igual manera, a los dioses los dotaron de características humanas: seres erráticos y escandalosos, misericordiosos, pasionales y vengativos.

El origen es un enigma que siempre le habrá de robar noches de sueño al hombre. Preguntándose de dónde viene y a dónde va. Buscando un sentido, tratando de encontrar cual ha de ser su papel y lugar en este amplio universo. Cuestiones dignas de un romántico —hablando Romanticismo como movimiento literario no del romance o la cursilería—.