Yo, soy fanática de este tópico, no les miento. Puedo pasar horas y horas hablando con mi hermana sobre el asunto, apreciando a esta ciudad futurista atrapada en el tiempo y la radiactividad. Mi fondo de pantalla animado y de bloqueo son de Pripyat y la Noria, respectivamente. Los amo.
Para Redacción Periodística, opté por un cartón periodístico y una crónica. Aprovechando "El Mes de Chernóbil" y, cualquier excusa para escribir en general, opté por conmemorar el 30th aniversario del desastre.
Chernóbil: Crónica de una noche que
antecedió al fin del mundo.
Este próximo martes, 26 de abril, se
cumplen treinta años exactos desde la hecatombe nuclear más grande de la
historia hasta el momento: el desastre nuclear de Chernóbil, Ucrania, en 1986.
El accidente, en su momento fue calificado nivel 7 (accidente nuclear grave) el
valor más alto. En la Escala Internacional de Sucesos
Nucleares (Escala INES) del Organismo Internacional de la Energía
Atómica (OIEA). Se trata del nivel más alto posible, es decir, el accidente con
las peores consecuencias ambientales, no solo medio continente Europeo, sino
gran parte del mundo. Que, en pleno 2016, se mantienen las secuelas del
incidente, presentes en su los restos de sus ciudades fantasmas.
Mismo
nivel en el que se clasificó el accidente nuclear de Fukushima, Japón, sin
embargo, las consecuencias del accidente de Chernóbil a corto y sobre todo a
largo plazo han sido mucho peores.
El accidente se produjo, como se ha dicho
antes, la madrugada del 26 de abril de 1986, cuando explotó el reactor número 4,
situado a solo 120 kilómetros de la capital de Ucrania - Kiev, cerca de la
frontera con Bielorrusia.
Cronología del desastre.
A la una de la madrugada del 25 al 26 de
abril de 1986 en el cuarto reactor de la planta nuclear (un reactor del
tipo que los soviéticos llaman RMBK-1000, refrigerado por agua y
moderado por grafito). Los ingenieros de la planta iniciaron una prueba programada
para el día 25 de abril bajo la dirección de las oficinas centrales de Moscú.
La cual buscaba probar que el sistema podría autosustentarse en caso de una
crisis, el experimento debería haber probado la gama inercial de la unidad
turbo-generadora el sobrecalentamiento del combustible causó la destrucción de
la superficie del generador.
En caso de una avería, las bombas
refrigerantes de emergencia requerían de un mínimo de potencia para seguir
funcionando (hasta que se arrancaran los generadores a base de diésel) y los
técnicos de la planta desconocían si la turbina del reactor podría mantener las
bombas funcionando. Dicha prueba debía realizarse sin detener la reacción en
cadena en el reactor nuclear para evitar un fenómeno conocido como “envenenamiento
por xenón” (un gas muy absorbente de neutrones, necesarios para mantener las
reacciones de fisión nuclear en cadena).
Hacia las 23 horas se habían ajustado los
monitores a los niveles más bajos de potencia. Pero el operador se olvidó
de reprogramar el ordenador para que se mantuviera la potencia térmica y,
por este motivo, la potencia descendió considerablemente. Con un nivel tan
bajo, los sistemas automáticos pueden detener el reactor debido a su
peligrosidad y por esta razón los operadores desconectaron el sistema que
regulaba la potencia, el sistema de emergencia refrigerante del núcleo del
reactor y otros sistemas de protección.
Comienza el envenenamiento por xenón. Al
darse cuenta, se extrajeron las barras de control con el fin de evitarlo,
intentaron aumentar la potencia del reactor nuclear. Los operadores retiraron
manualmente demasiadas barras de control. El núcleo del reactor disponía
de ciento setenta barras de control. Las reglas de seguridad de la planta exigían
que hubiera siempre un mínimo de 30 barras y en esta ocasión dejaron solamente
ocho activas.
Los sistemas de seguridad de la planta
quedaron inutilizados y ya se habían extraído casi todas las barras de
control, por lo que el reactor de la central quedó en condiciones inestables y
sin poder operar bien, era extremadamente inseguro. En ese momento, hubo
brusco incremento de potencia que los operadores no detectaron a tiempo.
Cuando quisieron retirar las barras
de control restantes utilizando un botón de emergencia, estas no
respondieron. A esas alturas las barras se deformaron por el calor y las
desconectaron para permitirles caer por gravedad.
Finalmente, el combustible
nuclear se desintegró y salió en forma de vapor, entrando en contacto con
el agua empleada para refrigerar el núcleo del reactor. A la una y veintitrés
minutos, se produjo una gran explosión química, el vapor liberado destruyó
el techo de hormigón del reactor, que pesaba 1200 toneladas, unos cinco segundos
después, una segunda explosión hizo volar por los aires los restos de la losa
del reactor y las paredes de hormigón de la sala del reactor, lanzando
fragmentos de grafito y combustible nuclear fuera de la central,
ascendiendo el polvo radiactivo por la atmósfera, como si fuera una bomba
atómica. Según
los testigos la primera explosión tuvo un brillo rojo y la otra azul celeste,
después de esta se pudo observar la nube de hongo atómico encima de la nuclear.
Dicho polvo radiactivo se dispersó
por los alrededores. La cantidad de material radiactivo liberado fue doscientas
veces superior al de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y
Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial.
La reacción fue casi inmediata: El
departamento especial contra incendios de la planta nuclear, junto con los
bomberos de la cercana ciudad de Chernóbil, apagaron el primer fuego en las
tres horas que siguieron a la explosión. Sin embargo, en el fondo del reactor,
el grafito seguía ardiendo.
El accidente nuclear dio lugar a un
segundo incendio, condicionado por la energía térmica acumulada por
el grafito, dado a la dispersión atmosférica de muchos residuos: la central
ardió hasta el 9 de mayo. Este incendio potenció la dispersión de los productos
radiactivos por las zonas aledañas y dejó el reactor en ruinas.
Los bomberos desconocían la causa
del incendio y, por ello, se limitaron a verter agua en las ruinas del reactor.
Esto no lo solucionó y pequeñas explosiones se desataron, y la propia contaminación
radiactiva aguda. Por esto, tratando de evitar la propagación radiactiva en el
medio ambiente, se llenó el reactor con toneladas de ciertos minerales: boro,
dolomita, arena, arcilla y compuesto de plomo -lanzados desde un helicóptero
que volaba sobre el reactor-. Estos materiales extinguieron el cuasi eterno incendio
del grafito y absorbieron una pequeña parte del material. Dos semanas después,
los organismos oficiales soviéticos desplegaron sobre el bloque entero que
había colapsado en la planta nuclear un sarcófago especial con su propio
sistema de refrigeración.
De los productos radiactivos
liberados la mayoría eran especialmente peligrosos el yodo-131 (cuyo período de
semi desintegración es de 8,04 días) y el cesio-137 (con un período de semi
desintegración de unos 30 años), la mitad de este material nocivo era contenida
en el reactor nuclear. Todo el gas xenón fue expulsado al exterior del
reactor. Estos productos se depositaron en el aire, y se dispersó con las
lluvias durante esos días. Los elementos y sustancias más pesados se
encontraron en un radio de 110 km, y los más ligeros e incluso los gaseosos
alcanzaron grandes distancias, llegando incluso a extenderse por toda Europa.
Así, además del impacto inmediato las zonas pobladas en Ucrania y Bielorrusia,
la contaminación radiactiva se extendió a zonas de la parte europea de la
antigua Unión Soviética, alcanzando a Estados Unidos y Japón.
A pesar del grave accidente nuclear del
reactor nuclear 4 de Chernóbil, debido a la crisis del estado, la negligencia de la Unión Soviética y
la gran necesidad energética los reactores 1, 2 y 3 siguieron en marcha. No
obstante, la central fue en declive en los años siguientes:
Más tarde, en 1991 se incendió una tur bina
del reactor nuclear número 2. Se consideró repararla utilizando una
de las turbinas del reactor 4 que no resultaron dañadas en el previo accidente
del 26 de Abril. Esto no se sucedió, dado a las presiones y la evidente decaída
de la Unión Soviética, la situación
política junto con la presión popular causó el cierre definitivo del reactor 2.
Posteriormente, el reactor 1 dejó de funcionar el 31 de noviembre de 1996, a
causa de las graves deficiencias en el sistema de refrigeración que,
irónicamente, originó un incidente nuclear que (afortunadamente) fue
clasificado en nivel 3 en la Escala INES.
El restante reactor nuclear número
3 sufrió daños durante varios incendios posteriores y su estructura estaba
afectada por la corrosión que nunca fue tratada con la debida prontitud que se
estimaba. Finalmente, y tras mucha discusión y prolongadas negociaciones con el
gobierno ucraniano, donde se hizo evidente la influencia de la opinión que la
comunidad internacional mantenía, se hizo un estipulado para la financiación de
los costes que causaría el cierre definitivo de la central. El tercer reactor
nuclear de Chernóbil fue cerrado varios años después ante la evidente
disolución de la Unión Soviética, el día 15 de diciembre de 2000.
A treinta años del suceso ¿qué hemos
aprendido?...
Si tomamos en cuenta la descarada falta de
memoria durante el incidente Fukushima, Japón, muy poco. Y aunque el accidente se
originó por un claro error humano, que pretendía solucionar los futuros errores
humanos en una mera intención preventiva, se deben tener en cuenta los factores
sociales, la perspectiva y, obviamente, el contexto político de la Unión
Soviética en aquel momento.
Los
humanos somos capaces de convertirnos en los seres más dañinos del planeta. Antiguamente
las tierras de Chernóbil estaban plagados por bosques pantanosos, con una
inmensa flora y fauna, habitados por castores, ciervos, lobos y otros animales.
Durante el gobierno de Stalin, se talaron los bosques, se drenaron los
humedales y se construyeron ciudades para los campesinos y para instalar a los
trabajadores de la planta y, por ende, a sus familias.
Es realmente triste considerando el increíble
potencial de Chernóbil y Pripyat, ambas eran las ciudades del futuro, estaban
adelantadas a su época: la orgullosa imagen de la URSS ante el mundo. La cumbre
de modernidad traída a esa central nuclear fue todo un símbolo del esplendor
científico y tecnológico de la URSS que demostraba el argumento central del
mismo por sobre la postura capitalista de sus puntuales rivales: Estados
Unidos.
Aquella catástrofe sin precedentes obligó a miles
de personas quienes vivían en Pripyat y a quienes se encontraban a treinta
kilómetros a la redonda abandonar la zona. Ante lo peligroso, ante lo
mortal, ante lo amenazante para la vida.
Treinta años después, Chernóbil y Pripyat son
portales en el tiempo. Sumidos en estático silencio como los testigos
perpetuos, retratan una época de esplendor hoy muerta, se hallan atrapados
entre la radiactividad, siendo erosionados por un lento mutismo que calla los
horrores por los que se vio revestido hace tres décadas, dominado por una
implacable naturaleza, quien ha reclamado su derecho y se ha dado a la tarea de
repoblar la zona y pretender devolverles al menos un poco de lo que le hemos
quitado; reverdecido de una versión amorfa y carmesí de sus antiguos bosques,
invitando a la fauna salvaje retornar a su hogar, un hogar de antaño que es
probable no vuelva a ser como antes nunca más.
Treinta años sin humanos y la vida muestra signos
de querer resurgir de las cenizas del reactor, quiere abrirse camino, sin la
intención de mover las cosas en su sitio, sin importarles la hierba tóxica, el agua
contaminada, ni los bosques radiactivos, vecinos mutantes y extraños invasores.
Fue tan obvia la falta de una estructura
social democrática, la URSS brilló por su ausencia, la carencia de un control y
la plena ignorancia para con la sociedad sobre la operación de las centrales
nucleares y de una “cultura de seguridad”. Tal vez, el temor de los operadores
a no cumplir las exigentes instrucciones de Moscú, les llevó a desmontar los
sistemas de seguridad esenciales para el control del reactor.
La pretensión por callar, ocultar bajo un
sarcófago, es una quizá la metáfora más literal hacia la actitud del gobierno
en ese momento. Vidas humanas antepuestas por la frágil imagen de la URSS ante Estados
Unidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario