sábado, 31 de octubre de 2015

Rumores, profecías y secretos.

Hace mucho tiempo el viento me susurró
el misterio de la creación en un viejo rumor.
«El Mundo, que hoy conocemos, se creó
durante la siesta de un dios.»

Seres humanos, plantas y animales
somos personajes ficticios,
producto de la formidable imaginación
de un ingenioso creador.

Un ser inacabable en cuanto a existencia,
lleno de bondad, poder e inteligencia;
magnánimo y omnipresente.
Onírico, de aspecto indecible e imponente. 

Dicho ser, al momento de crearnos,
a su imagen y semejanza nos ideó,
y lejos de ser efímeros, nacemos eternos,
pero, cambiantes al mismo tiempo.

El secreto de la reencarnación,
de la transmigración de las almas:
Todo está en Él, nuestro hacedor,
quien constantemente nos sueña.

La Vida, el equivalente al sueño perpetuo,
se representa como símbolo de la muerte
y, no obstante, significa crear y renovar.

Cuando esta entidad por fin despierte
será, indiscutiblemente, el fin del universo,
de toda clase de vida habitando en él.
Dejaremos de existir.

La ciencia y la religión
aseguran que tal profecía,
pronto se ha de cumplir.